miércoles, 26 de junio de 2013

JAMES COLE: CAOS, CASANDRA Y CULTURA

 “Es un estado de divergencia mental; de pronto me encuentro en el planeta Occo… Pero aunque para mí se trata de una realidad totalmente convincente en todos los sentidos, sólo es un producto de mi psique…escapo de ciertas realidades innombradas que invaden mi vida aquí. Cuando deje de ir allí me pondré bien... ¿Tú también eres mentalmente divergente, amigo?"

¿Acaso se podría explicar mejor una huida psicótica? En este dialogo que mantiene Cole, criminal convicto, con su compañero de celda, observamos a la perfección como es la mente cuando decide escapar hacia otros lugares.

Bruce Willis es el protagonista de la febril 12 Monos que dirigió el no menos delirante Terry Gilliam en  1995. Interpreta  a un preso llamado James Cole que reside en una cárcel subterránea. Aunque en calidad de presidiario, James vive bajo tierra como el resto de los mortales. Un potentísimo virus reina en la superficie consumiendo vidas humanas en miles de millones.


Gilliam sitúa la decadencia de la civilización moderna en un futuro desolador. El año 2035 es un vertedero deprimente para cualquiera que necesite respirar, pero sobre todo es una pesadilla en vida para alguien que además sea un convicto. ¿Qué hará por tanto Cole para pagar su deuda con la sociedad? Lo típico: ofrecerse “voluntario” en misión suicida para volver atrás al pasado. Así descubrirá que le ocurrió a la tierra en el año 96 y  quizá salve el mundo, ni más ni menos.

El resto de la película (muy recomendable por cierto) es lo habitual. Entre persecuciones policiales, psiquiátricos espeluznantes (sí, los terapeutas solemos ser los malos del cine) y el jet lag inherente a los viajes en el tiempo, el señor Cole “pierde la cabeza” de vez en cuando.


La posibilidad de padecer un brote y pegarnos un “pedazo de viaje” sin movernos de nuestro sofá (o de una celda acolchada) es fascinante y aterradora. Pero creo que la pregunta del millón es “¿Por qué nuestro intelecto haría esta jugada?” 



En fin, existen buenos motivos para acudir a villapsicosis. Quiero decir que la mente humana puede padecer  un brote psicótico por razones diversas: desde precipitantes orgánicos como los causados por lesiones o drogas, factores de muy distinta índole como el estrés salvaje o sencillamente un lugar donde refugiarse hasta que se calme la lluvia.

Con esto último me refiero a que si alguien tuviera la ficticia vida de James Cole, creo sería muy susceptible de perder la noción de la realidad. A lo largo del filme pasa por una guerra y por un hospital psiquiátrico de pesadilla. Recibe golpes, disparos y medicamentos antipsicóticos en cantidades industriales. Por supuesto debemos incluir  la insignificante carga de tener que salvar el mundo. Y además, no olvidemos que nuestro prota se zambulle en el torbellino mental y emocional por excelencia: el enamoramiento

En otras palabras, tal cantidad de inputs podría volver  loco a cualquiera. Sin embargo no es así, o no del todo. James Cole camina “muy pegadito” a la locura pero no se casa con ella. Sin embargo estar cerca del diablo siempre deja huella. Cole no está enfermo, pero desde luego lo parece. Cuenta de ello dan su aspecto y sobre todo sus ojos. Los ojos de la desesperación, del viaje eterno sin casa propia, del dormir en la calle día tras día, de las peleas en callejones oscuros, de la brutalidad del barrio humano…James tiene la mirada del mendigo



Aunque sea una idea recurrente y sobada, el chiste de estas pelis siempre es el mismo y nos encanta: la redención del ser humano corre a cargo de un paria.

Así es, terriblemente sucio con manchas de sangre y sudor, discurso extraño y apocalíptico, manos fuertes y nudillos raspados, varias capas de ropa encima y cojeando de una pierna. La misión de James es liberar el planeta pero bien podría ser un hombre de los que te encuentras en el parque del Retiro madrileño dando vueltas sobre sí mismo y la mirada perdida.

Habría que puntualizar que James Cole no es un mendigo pues no vive de la caridad del ciudadano. Sería mucho más correcto el término inglés “homeless”  que remite a la ausencia de hogar, en mi opinión auténtico leit motiv de toda la película.

¿Por qué si no iba Cole a embarcarse en semejante locura? Viajar en el tiempo a manos de un malvado grupo de científicos tarados solo se hace empujado por la desesperación. El protagonista solo quiere un lugar mejor para vivir, ya sea en su tiempo o en el nuestro.

El precio que paga será altísimo pues acaba convertido en el prototípico marginado social. De hecho en el personaje de Cole confluyen tres síndromes que en ocasiones se ven en los “apartados de la sociedad”. Me refiero al ya comentado “Delirio Mesiánico o Mesianismo”  (Soy el nuevo salvador), el “Síndrome de Casandra” y el “Estrés cultural

(PARA LA REVISIÓN DE LOS SÍNDROMES ACUDIR A VERSIÓN EXTENDIDA)


En fin, en la línea de otras películas suyas como la memorable  Brazil (1985), el futuro en Gilliam es desalentador y con amargo sentido del humor. Esa horrible  tecnología con un puntito retro compromete al ser humano en su camino a la perdición.










12 Monos nos recuerda lo inevitable que suele ser el Caos, sobre todo para los marginados. Un bofetón de realidad en un entramado ficticio. Te avisa de forma cruda de lo terrible que es encomendarse a la memoria y desconfiar de los sueños. Una especie de versión futurista de Cadena perpetua” (1994, Frank Darabont) o La leyenda del indomable (1967, Stuart Rosenberg), pues creo que si me gusta 12 Monos es porque cuenta la huida de una cárcel. A la mente y al cuerpo les encanta escapar de sus prisiones, quizá por eso existe la locura.

Reconozco que siento debilidad por las crónicas donde la salvaciónn del mundo depende de los impuros e inadaptados (y no soy el único). Todo este tiempo no comprendía  que algunos mendigos vinieron aquí para salvarnos, pero hoy lo sé, porque ya no estoy loco, ahora lo entiendo. Soy mentalmente divergente. 







Guillermo Blázquez.
      Psicólogo.



Personajes relacionados: 

Kyle Reese: Perteneciente a la saga Terminator (J.Cameron, 1984). Es el padre de John Connor y el primero que viaja atrás en el tiempo para evitar el apocalipsis. Tanto Kyle como Cole se ajustan al esquema clínico planteado. Mesianismo (salvadores sacrificados), Síndrome de Casandra (nadie cree su mensaje)y Estrés cultural (Aislados e incomprendidos por su contexto socio cultural).