EL CLUB DE LA LUCHA, O PARA QUE DISCUTIR SI PUEDES PELEAR
Hacerse con una thermomix porque su acabado en metal
dignifica tu cocina, comprarse un chaise
longue que haga juego con la alfombra, adquirir un mueble de diseño para los
discos que no escuchas o tirar abajo un tabique y convertir tu piso en un loft
super cuco… ¿son obras diabólicas?
Soy de la opinión que pocas veces los actos definen la
totalidad del pensamiento. Las raíces o motivos que los guían…eso ya es harina
de otro costal.
Sorprende como algo tan frívolo (decorar pijamente tu casa) es el inicio del apocalipsis personal
del protagonista de “El club de la lucha”
(David
Fincher, 1999), conocido simplemente como “el Narrador”.
Edward Norton da vida a un
personaje flojeras y asustadizo que lleva la friolera de 6 meses sin dormir a
pierna suelta. Fuera de la ficción, semejante privación de sueño es letal. Por
citar unos pocos efectos tenemos la disminución potentísima de la
concentración, enorme afluencia de cuadros ansioso-depresivos, cardiopatías y severo
aumento de muerte prematura, amén del
coste a los sistemas de salud y el uso indiscriminado de somníferos (Geiser, Cazzati y Benezda, 2000).
Cuando alguien lleva tanto tiempo sin dormir de buena
manera, en palabras del protagonista, nunca
te duermes del todo y nunca estás del todo despierto. Nada parece real Es lo que se conoce como INSOMNIO
CRÓNICO y supone cultivar un campo sobresaliente para la enfermedad mental.
Lo más increíble es que el Narrador NO pierde la cabeza por no dormir. O desde
luego encontramos en Fight Club otras excusas igualmente
potables para volverse loco.
Como es habitual en nuestra galería de ilustres dementes,
el Narrador se enamora de una persona tan fragmentada como él. Y como dijera en
otras entradas, nada sacude tu cosmos personal como la
llegada del amor.
En segunda instancia, Norton representa un personaje
terriblemente predispuesto a la enfermedad mental. Nada conocemos de sus antecedentes psiquiátricos,
genéticos y familiares, pero un hecho brilla con terrible luz propia en la presentación
del Narrador: es una persona sin
nombre.
Evidentemente no se trata de que
el protagonista de esta fabula quiera
mantener el anonimato. El creador de la historia, Chuck Palahniuk (quien creó el libro de título homónimo) quizá con esto quisiera remarcar dos aspectos.
Christian Soto
|
Por otro lado, intuyo que el
protagonista no tiene nombre para reafirmar su falta de presencia. Sin nombre
uno no puede siquiera ser llamado en un
100 Montaditos para recoger su pedido. Sin nombre no pueden ni
insultarte como Dios manda.
Es similar a lo que ocurre en la
inolvidable Rebecca (Hitchcock, 1940) donde Joan Fontaine daba vida a
un personaje tan apocado y sumiso que en ningún momento escuchamos como se
llama verdaderamente.
ATENCIÓN
SPOILER: Así que, ¿qué tenemos? Un tipo insomne ninguneado
por todo el planeta, con un curro insatisfactorio, un jefe idiota y ningún
hombro en el que llorar. Obviamente estamos hablando de ficción, pero no es de
extrañar que el Narrador pierda la cabeza. ¿Y cómo la pierde? Inventándose al
tío más duro, guapazo, desapegado y terrorista de la historia: Tyler
Durden
Tyler es el Narrador y el Narrador es Tyler.
*Otros trabajos apuntan a que el protagonista crea muchas más personalidades, yo solo me moveré entre estas dos
Referencia firma abaj. dcha |
Por muy efectista que esto resultase
en la peli (aquella tarde en el cine, ante la revelación las cejas me tocaron
la nuca), a nivel psicológico es casi plausible. Solo debemos cambiar nuestro
enfoque de “enfermedad”.
Ante una infección, el cuerpo se
protege y crea un síntoma, por ejemplo fiebre. Bueno, pues el síntoma del Narrador
es…Tyler.
Realmente tiene bastante sentido
si uno se fija en cuándo aparece el
señor Durden.
Tyler al principio es tan solo una
idea, un susurro muy frágil y sin cuerpo.
Al principio, Tyler Durden es un
destello.
Cuando uno ve la peli comprueba
que el personaje aparece mediante ráfagas. Tyler son los disparos de una
ametralladora que escupe fotogramas. Le vemos durante microsegundos, pero nada
más. Es lo dicho, una idea tímida que aparece con un fogonazo y desaparece
igual.
Es una excelente técnica
narrativa para hacer cómplice al espectador en la enfermedad mental del
protagonista. Hace que te ocurra lo mismo que a Edward Norton. Por un brevísimo
tiempo te ha parecido ver algo, pero ya no lo ves.
El resultado es sencillamente
per-fec-to. Aunque invisible, el cerebro
del Narrador (y el del espectador)
registra una presencia. Una presencia que surge todas
y cada una de las veces que el Narrador…tiene ansiedad.
Cuando se ve al protagonista en
su oficina, a punto de explotar de alienación.
*
Los aeropuertos en esta historia aparecen como lugares propicios para la
desintegración yoica, es decir, lugares donde merced del jet-lag y del
insomnio, es más fácil padecer una
crisis de identidad.
Siempre que la angustia del Narrador
sube, aparece el fotograma de Tyler.
Tiene bastante sentido. Habitualmente un síntoma
psicológico es un mecanismo para reducir la ansiedad. Lo hacemos
continuamente en nuestra vida cotidiana. Cuando estamos ansiosos incurrimos en
síntomas como fumar un cigarrillo, darnos instrucciones mentales de apoyo, ir
de compras, practicar el sexo o masturbarnos. En fin, existen tantas opciones
como personas en el mundo.
El problema surge cuando el síntoma se descompensa. El Narrador
no puede hacer frente a su ansiedad, la cual es la de peor tipo, pues se asocia
al miedo existencial, a la angustia primitiva de no saber quién es uno
realmente. Como evidentemente no puede hacer frente a tanta insatisfacción e idiotez
(no lo olvides, El Club de la lucha denuncia principalmente la estupidez humana)
se inventa un alter ego que no solo es
inmune a la sociedad de consumo, es su depredador natural.
Así, poco a poco se va dando forma a esa idea. Ese intruso
mental irá fortaleciéndose hasta que un día en un vuelo, el Narrador reza para
que el avión se estrelle y mate a todos. En otras palabras, el protagonista
llega a desear la muerte, la angustia llega al máximo y Tyler Durden…cobra
forma. Todo su malestar psicológico acaba de cristalizar en una nueva personalidad.
No obstante esto es solo el broche de oro. Tyler, o la mente trastornada del Narrador ya
existía, la locura tan solo necesitaba un portador, un cuerpo. Pero sus
acciones, el eco de la enfermedad mental ya había dejado un rastro singular de
miguitas de pan. Esto se aprecia en la relación paralela que tiene el
protagonista con la noción de CASA
Pensemos en lo siguiente.
Aunque no existe ninguna
ventana mágica al pensamiento de alguien, para hacernos una idea de cómo respira la
mente de una persona, podemos atender a sus
creaciones.
Creación certamen“Juan Luis Vasallo”, |
Cuando un ser humano crea “algo”, inevitablemente lo eleva o
envilece con sus neuras y demonios personales. Te dediques a construir coches,
armas, poesía o jabón, siempre, siempre, siempre dejarás impresa la huella de
tu individualidad.
Así por ejemplo, al dibujar siempre queda un eco de nosotros
en el papel, máxime ante ciertos dibujos. Para mí, nada moviliza más cositas de
nuestra sesera que el dibujo de una casa.
En un plano simbólico, la CASA representa el self,
nuestro YO. Si atendemos a cómo es el dibujo de una casa, podemos
hacernos un bosquejo de cómo es una persona, la relación con su consciencia,
con sus figuras de afecto, la noción que tiene de hogar, de protección y un
imponente etcétera.
Pero lo más chulo es que no solo funciona con la representación
gráfica de un refugio, también resulta fascinante como son las casas de cada
uno en el mundo real.
En esta fábula de hecho, la relación del protagonista con sus
casas evidencia su trastorno de personalidad.
Imaginemos un piso en el que vive
una joven estudiante llamada Robin,
pero que debido a problemas económicos
para pagar la renta no puede hacer frente a los gastos. Lo habitual es
introducir nuevos inquilinos para acometer los pagos que uno solo no puede, así
que se mudan otros dos estudiantes (Roberts e Iñigo).
¿Problema? El piso se construyó para que viviera solo un individuo, nunca se
contempló la posibilidad de que allí morasen varios arrendatarios. A los
problemas de espacio habría que añadir que cada uno de los integrantes de esa
comunidad tiene su particular manera de percibir e interactuar con el
universo (cada uno gobierna la casa a su
manera) Y además, las resoluciones que toman no siempre las comentan entre sí.
De tal manera que un día Robin observa extrañada que las paredes se han pintado
de blanco (y ella odia el blanco). Mientras Iñigo sostiene que su guitarra ha
desaparecido y Roberts contempla horrorizado que han cambiado la cerradura. Vivir así es,
grosso modo, el Trastorno de identidad disociativo
(antes denominado “de personalidad
múltiple”)
dissociativeid.wordpress.com |
Mismo cuadro en yo, yo mismo e Irene |
Las casas, metafóricamente,
representan el continente corporal de un individuo, así como su manera de
relacionarse con el mundo.
¿Y cómo se relaciona el Narrador
de
FIGHT CLUB con el mundo?
Fijaos en cómo se relaciona con el lugar donde
vive.
Al principio de la película, el
personaje de Edward Norton nos habla del gusto
por decorar su casa. Enardecido por el espíritu IKEA se abandona a ese vicio inconfesable que es
el menaje del hogar. No para de adquirir mesas, alfombras, lámparas, sillones…bienes
materiales que puede controlar.
Esa afición compulsiva es resultado de un intento desesperado por
gobernar un espacio a todas luces caótico. Me recuerda profundamente a la
caústica “La guerra de los Rose” (Danny DeVito, 1989) donde una desenamorada Kathleen Turner evacua
sus insatisfacciones matrimoniales entregándose al embellecimiento de su
“casoplón”.
De hecho, en un perverso giro irónico el Narrador llega a decir: “Yo tenía un armario lleno de ropas de marca,
estaba cerca de la realización personal”
Por tanto, la casa del Narrador está paradójicamente tan vacía como su alma. Llena de adornos y complementos pijales porque en última instancia no puede soportar enfrentarse a unas paredes vacías. No puede enfrentarse a la verdad:
Es un infeliz.
La pegajosa sensación de vacío irá ascendiendo (insomnio,
angustia, alucinaciones…) hasta que explota y su mente crea a Tyler
¿No es curioso que su lindo pisito de soltero también
explote (literalmente) justo cuando acaba de conocer al señor Durden?
MENTE =CASA
Explosión como reinicio, renacer, un big bang |
“Me llamaste por teléfono para qué te diera refugio” dice
poco después Tyler, pero lo que le ofrece sutilmente es una mente nueva.
Y así comienzan a vivir juntos.
*Una
metáfora (este cuento tiene cientas) es
que el señor Durden se dedica
profesionalmente al negocio del jabón. Él
va a limpiar esta infecta sociedad cual Dios del Antiguo Testamento.
Es
más, también trabaja en un cine introduciendo fotogramas pornográficos en
películas infantiles, ¿por qué? Para darle a la publicidad donde más le duele. Ya
que me idiotizas con anuncios que me hacen desear coca-cola sin darme cuenta,
yo te introduzco imágenes de penes enhiestos en tu mente inconsciente.
Incluso
va más allá. Sus actos de terrorismo urbano (ej. orinar en la comida trabajando
de camarero) los acomete trabajando en un catering, como proyeccionista de cine
o como vendedor ambulante. Tyler nos dice que cuidado con el supuesto eslabón
débil de la cadena laboral. Si papa estado me obliga a ser un triste
pluriempleado, en cada uno de estos curritos me voy a dedicar a reventarlo
todo.
Si
tú me golpeas, yo te daré más fuerte.
Siguiendo con la línea de
pensamiento Tyler y Narrador se van a una keli
que representa con elocuencia exquisita el mogollón que acontece en la mente
del protagonista. No lo olvidemos, se
van a vivir a una casa ocupa. En
base a las nociones clásicas del simbolismo gráfico quizá indique:
.Paredes muy
agrietadas a punto de ceder. Implica fallas en el concepto de
individuación. Alude a la incapacidad del Narrador para soportar la presión.
Anuncia que se va a venir abajo y la posible incursión en conductas de alta
peligrosidad social
ej. Pelearse con frecuencia o casi matarse en un accidente de coche
.Hogar sucio y destartalado. Remite a un
sentimiento abandónico. En cierto momento, el protagonista da a entender que
fue un niño abandonado por su padre. Cuadra con el anterior ítem (conductas
peligrosas) Recordemos este pasaje:
“Nuestros padres fueron modelos
de Dios, y si nos abandonaron ¿qué puedes pensar sobre Dios?…tienes que tener
en cuenta la posibilidad de no caerle bien a Dios, el nunca quiso tenerte, con
toda probabilidad el te odia, pero no es lo peor que pueda ocurrirte
No le necesitamos, que se jodan
la maldición y la redención, somos hijos no deseados de Dios”
O lo que es lo mismo, prefiero el
desprecio del Creador que su desinterés. Es una defensa psicológica que está en
el planeta desde la primera descendencia, hace ya más de 4 millones de años:
llamar la atención de papá para que me
haga caso.
Existen muchos más ejemplos que
exceden el análisis, pero tengamos en cuenta solo uno más. El Narrador va a una
casa ocupa para darnos a entender que va a un hogar que pertenece a otra
persona. A otro inquilino, no a él. Además del acto de “okupar” (evidente ataque al
concepto de propiedad privada del capitalismo), estos dos tipos ejemplifican cómo es una mente con dos personalidades:
caótica, rota y a punto de derrumbarse, es decir, como una casa en ruinas.
*A quienes les mole la
hipótesis recuerden otros ejemplos de cine. Mi favorito “Esta casa es una ruina” (Richard
Benjamin, 1986), donde a medida que va empeorando la relación amorosa de
los protagonistas, la casa va dando más problemas, o viceversa.
Y mientras, a la vez que El
Narrador se va acomodando a esta personalidad dominante, emerge El
Club de la Lucha, lugar entrañable donde puedes olvidar tu lamentable
vida partiéndote la cara con un extraño. Y digo “emerge” porque Tyler y
Narrador NO lo crean, tan solo le dan nombre. Coincide con la teoría de la psicología social donde en tiempos
de crisis colectiva, es más fácil confiar en personalidades fuertes que
promuevan un auténtico cambio (Ese auténtico cambio será el proyecto
Mayhem, secta marcial creada por Tyler con el propósito de destruir a
la sociedad moderna)
* Tyler Durden se rodea de hombres insatisfechos que
lo único que necesitan es un triunfo, uno pequeño. Lo cual obtienen al ganar un eventual pelea
en la calle. Es la dosis de autoestima y
hombría que estás gacelas heridas necesitan.
mediaisla.net |
Borregos de día, dioses de la
arena de noche. Una oda a la testosterona desde luego. Un existencialismo
macarra que pugna por dar respuesta a la
pregunta más impertinente y habitual por excelencia, ¿Quién soy yo?
Esta cuestión aquí se antoja
especialmente irresoluble, pues entonces el Narrador descubre que él y Tyler
son la misma persona.
Cerca del final de la historia, a
la vista de en qué ha cristalizado aquel problemilla de insomnio (una
consciencia alternativa creadora de un violento movimiento anti-sistema que ha
conseguido captar a cientos de oficinistas, policías, bomberos, curas,
camareros… dispuestos a volar Estados Unidos) la personalidad dictatorial de
Tyler provoca una reactancia psicológica
en la personalidad del Narrador. En otras palabras, el protagonista decide
“echar el freno” antes de que su maniaco alter-ego provoque un atentado en
masa.
Los dos hombres pelean por el
dominio de la sesera y finalmente el Narrador se hace con el control al
recordar que él es la personalidad realmente fuerte, la que siempre estuvo ahí.
autor firma abaj.dcha. |
No obstante Tyler dejará
indeleble su huella personal en la psique del Narrador. Su proyecto Mayhem
culmina con la destrucción de los puntos financieros de la ciudad (sembrándola
convenientemente de explosivos). “Mi ciudad” remite igualmente al concepto de “CASA” ¿Y qué ocurre con esa casa? Lo mismo que con
el pensamiento del Narrador, explota
violentamente, emergiendo como resultado una mente (o una casa) completamente nueva.
Y por si fuera poco, suena la canción "Where is My Mind" de los PIXIES mientras la orbe de
cemento se va llenando de fuego, humo y caos.
No se me ocurre manera más terrorista, poética y hermosa de plasmar
aquello de “se me ha ido la flapa”.
Una vez leí que Fight Club es un film que incitó a
sus espectadores a mearse en la comida cuando trabajabas en un catering e
igualmente a que la gente retomase la Universidad. Por otro lado es muy probable que existan análisis que anulen el trabajo que aquí expongo.
La
violencia es un agente de cambio singular. Esta parábola sobre nudillos rotos ha estrujado miles de seseras
que igualmente han parido miles de aspectos y formas diferentes de vivir este peliculón.
En fin, Fight
Club habla de cosas que están ahí.
Puede que hable de la pérdida de la humanidad ante la
lógica consumista del hombre blandengue.
Quizá no es más que una fabula homo-erótica donde el
auténtico amor sea el de los hombres que consiguen ser libres (peleas a torso
desnudo, pistolas en la boca, sociedades secretas integradas exclusivamente por
varones) donde trasciende de manera vaporosa que las mujeres siempre son
problemas (entre múltiples ejemplos, recordemos que Tyler opina que lo peor que
te puede pasar es que “una furcia te
corte el rabo”, o como el Narrador se descompensa sistemáticamente cada vez
que habla con Marla Singer)
O puede que, en una línea “Woodyallenesca” la película recuerde que nunca debes fiarte de los
médicos. Es un doctor el que se niega a dar calmantes a nuestro prota y el que
le recomienda ir a los grupos de apoyo, lo que culmina en la creación del Club de la lucha.
O tal vez la película hable del amor, causa y la vez
solución de todos los problemas del mundo. Seré un ñoño pero creo que Marla salva al protagonista. Quizá todo lo
que necesitaba el Narrador para combatir el insomnio era otra persona en su
ancha cama.
O mejor todavía, uno de los trabajos de Tyler es en un
cine, vehículo narrativo que expresa que en esta breve vida puedes ser prota o
público, sangre o jabón.
Personalmente opino que esta historia es un homenaje
secreto a las madres de toda la vida que con sabiduría cósmica dicen a sus
hijas e hijos aquello de “sal de casa animal, no ves el día que hace”
NO hace falta explotar tu ciudad, tan solo debes explotar
tu aburrimiento.